Solo dimensionando lo que se desborda, lo que es obligado por las élites sociales y políticas a habitar los márgenes, se puede hacer una panorámica fiel de las falencias existentes en la construcción de una idea de nación. El centro tiende a arrastrar hacia los bordes lo que no se corresponde a su fórmula social o a su estética, empuja hacia fuera a aquellos que no tienen los mismos capitales culturales, pero esto no significa que en las periferias no exista una noción estética propia y una implementación de una cultura capaz de construir sociedad; de hecho, esta condición marginal y periférica es caldo de cultivo de expresiones artísticas realmente trasgresoras y transformadoras.
En los barrios periféricos latinoamericanos no solo se hallan las organizaciones violentas que operan en las sombras: en las calles sin pavimentar olvidadas por el estado se puede ver, si se mira con atención y respeto, un ecosistema comunitario valioso que ha tenido que fortalecerse para sobrevivir. Se encuentran, gracias a esta mirada atenta, proyectos barriales que a través de las herramientas del hip hop trabajan hombro con hombro por las otras personas, por dar forma a una paz que ha sido desdibujaba por la violencia: por esa violencia que guarda la exclusión social. No es difícil encontrar, en las periferias, trabajo en equipo, recuperación de memoria y saberes, transmisión oral, programas de aprendizaje popular enfocados en el respeto al medio ambiente y la siembra. Hay, sobre todo, resiliencia y dignidad.
Melah se ha caracterizado, durante estos años, por ser un espacio para la generación de conocimiento colectivo, por eso hemos decido iniciar este repositorio de contenidos sobre procesos sociales en las periferias, un lugar virtual al que cualquier persona en el mundo pueda acceder con solo una conexión a internet: cualquier gestor cultural o líder social de la comunidad hip hop que quiera aprender y revisar las metodologías que han funcionado en diferentes lugares de Latinoamérica puede entrar a este repositorio y encontrar las historias de los procesos, cómo contactarlos y cómo funcionan.
Estas iniciativas que hemos empezado a consolidar en un solo espacio buscan generar espacios donde las y los jóvenes encuentren alternativas distintas a las ofrecidas históricamente por sus ciudades. Trabajan en la pedagogía temas de reconciliación y respeto hacia el pensamiento del otro como elementos para consolidar la paz en sus entornos: aprendizaje y participación utilizando el rap, el grafiti y las expresiones culturales de los hoppers. Quienes se acercan a estas iniciativas reconocen en los elementos propios la cultura hip hop, oportunidades para expresar sus ideas y avanzar no solo como individuos, sino como sociedad.
Las soluciones a los grandes problemas que tenemos como sociedad son aquellas que provienen de los márgenes. Es urgente construir puentes y volcar la mirada a las expresiones artísticas y culturales de las periferias porque ahí podemos encontrar metodologías para hacer frente a la violencia sin hacer uso de ella, así como formas para replantear los parámetros de éxito y las virtudes sociales ancladas exclusivamente en lo financiero o lo masculino. La gran mayoría de procesos sociales que se dan en los barrios pueden ser considerados como herederos de la educación popular y la trasmisión de conocimiento: lo que aprenden los pelados cuando crecen, luego se lo enseñan a otros. Hay un círculo virtuoso, fuera de la institucionalidad, que quiere compartir conocimiento alrededor de prácticas artísticas y culturales que alejan a la gente de la violencia, y este es el espacio para tener un buen primer contacto con él.