La Cueva: un espacio de creación y protección para toda la fauna hip hop de San Cristóbal

Jul 7, 2021 | 0 Comentarios

Más que un estudio de grabación y un colectivo musical, La Cueva busca ser un actor de incidencia dentro de su propio territorio.

Por: Santiago Cembrano

Se llama La Cueva. Así le han dicho desde siempre a la casa de OG Zooking, en San Cristóbal, un corregimiento al occidente de Medellín, a 10 km de la ciudad. Él es un freestyler y artista que, cuando surgía la pregunta de dónde podían juntarse los amigos para escuchar rap y hablar de él, proponía su casa como guarida; es decir, como cueva. La Cueva fue cambiando de lugar según las mudanzas de OG Zooking y desde 2013 quedó ubicada donde está ahora. De la plazoleta principal de San Cristóbal hay que bajar por una calle inclinada. Luego de algunos minutos, en un poste rojo, hay que entrar por un callejón y subir unas escaleras ruinosas que se abren hacia un espacio verde, un acantilado con un arroyo y árboles. Ahí está La Cueva, cuyo nombre se hizo más pertinente por lo encuevada que quedó en este espacio.

Así se ve San Cristóbal, un corregimiento al occidente de Medellín donde está La Cueva.

La Cueva es ese lugar en San Cristóbal donde cualquier rapero puede encontrar hip hop: hacerlo, escucharlo, disfrutarlo, pensarlo y lo que se le ocurra. Desde un cypher de freestyle e improvisación hasta la creación de una canción, La Cueva es donde hay que estar, sobre todo si hay fiesta esa noche. A medida que ha ido creciendo, La Cueva ha abierto sus puertas a personas nuevas y distintas formas de entender y vivir el hip hop. Sin embargo, mantiene esa mística inicial, la de un grupo de amigos que encontraban en ella la comunión. Ese es el espíritu acogedor que la caracteriza. De la necesidad de poder hacer bulla, música y rap, de intercambiar temas, bocetear piezas de grafiti y vivir el hip hop nació La Cueva. La pasión por el rap, el boom bap, el trap, el R&B los motivó para establecerla.

La Cueva es una habitación con un baño y una cocineta. El techo es de madera y el piso está algo resquebrajado. Sobre la cama (que sale de la habitación cuando hay fiesta) hay un pequeño aro de basket y de las paredes hay jerseys clásicos de la NBA. Memorias noventeras en forma de boom boxes, cajas de tenis, gorras de los Sonics, Pacers y Suns y un pendón de la Wu-Tang Clan le dan sabor. Eventualmente, sus miembros quieren quitar la cocineta y en el baño hacer la cabina. Desde la puerta se ve el follaje de guayabos y plátanos, como el arroyo que fluye. Los integrantes de La Cueva trabajan en una obra para aplanar el terreno y hacer un muro de contención que evite un desastre. Funciona el trueque: un albañil intercambió su mano de obra por tiempo de grabación y beats, por ejemplo.

En una habitación está La Cueva, lugar para hacer, escuchar y vivir hip hop. Goro, Black Rabbit y OG Zooking.

Estos son los integrantes de La Cueva: Aldo “Black Rabbit” Gómez es beatmaker y músico; Jorge “Goro” Jurado es MC (Ezek MC), diseñador gráfico y gestor; Cristian “OG Zooking” Uribe es MC y fundador de La Cueva; Danny “Original Rudebwoy” Uribe es MC (Meka) y escritor de grafiti; Jefferson “Zaro” Paniagua es MC en formación; Eider “Da Hussle” Betancur es MC; Alejandro “Cond3 Musik” Cataño es vocalista y músico; Joan Sebastián Martínez es flautista; Wilmar “DJ W.G” González es Dj en formación.

Entender La Cueva implica entender el proceso en el que también estaban involucrados varios de sus integrantes hasta el año pasado. ZooUnder, colectivo cultural que cesó actividades en agosto de 2019, se dedicó a lo largo de nueve años a promover el hip hop en San Cristóbal, tanto en su creación como en su difusión, estudio y consumo. Cuatro ciclos de cursos de grafiti, seis ciclos de cine (con temáticas como música negra y hip hop) en el Parque Biblioteca, un preuniversitario popular, tomas culturales navideñas, torneos de microfútbol y baloncesto,showcases de grafiti y rap, batallas defreestyle y exhibiciones de skate fueron los logros principales del colectivo durante su década de actividad. Por su parte, La Cueva ha logrado ser un espacio de hip hop para la gente de San Cristóbal; esto se suma a todo lo que logró ZooUnder, cuyo espíritu vive en La Cueva. “Todos los logros del colectivo del ZooUnder están representados acá. Hemos promulgado, divulgado y predicado el hip hop. El ZooUnder unió a todas las tribus urbanas a través del hip hop. En La Cueva tenemos ese bagaje y somos recordados por eso”, señala Jorge “Goro” Jurado.

Los integrantes de La Cueva trabajan para asegurar el territorio y evitar que un derrumbe golpee la sede.

Hasta ahora, el trabajo de La Cueva ha sido nutritivo, pero sus integrantes tienen la vista puesta en el futuro, en todo lo que aún puede ser. Han volcado su esfuerzo en lograr que La Cueva sea un espacio en el que todos sus integrantes puedan desarrollar sus propuestas artísticas. A través de relaciones de interdependencia, en las que todas las personas que quieren y se identifiquen con La Cueva donen o trabajen por la mejora del lugar, buscan que el espacio crezca y se sostenga a sí mismo. “Toda persona que se note que está haciendo rap y busca un lugar donde lo acojan, sea acá. Que esto se vuelva un estudio de producción musical, un sitio de encuentro y un ensayadero”, precisa Goro.

Es frecuente que llueva en San Cristóbal. Tanto así que las tempestades han dejado la zona de La Cueva en alto riesgo. La tierra aledaña se ha ido derrumbando y cada vez son menos los metros que separan la casa de la caída. Por eso, parte del proyecto de La Cueva ha sido intervenir el terreno para hacerlo habitable. Esto, claro, tiene que ver con obras interiores para adecuar el espacio y hacerlo cada vez más profesional. Pero también tiene que ver con trabajar el terreno y el entorno. Las obras no son solo preventivas para evitar una catástrofe, sino también proponen una forma más sostenible de interactuar con el espacio. La Cueva está trabajando para hacer un jardín que, aunque una de sus funciones sería ornamental, pueda suplir a la comunidad de productos como tomates. “Que sea un parche con huerta, estudio y estética hip hop. Un templo de hip hop en lo rural”, afirma Goro.

De a pocos, han ido llegando al estudio aparatos e instrumentos. Es un parche interdisciplinar en el que cada integrante trae sus talentos y en el que el que era un niño cuando conoció el hip hop con el ZooUnder ahora puede ir a La Cueva: están recogiendo los frutos. Luego de la disolución del ZooUnder, sus miembros quedaron a la deriva. Pero estos animales pudieron asociarse de nuevo y refugiarse en La Cueva, lo que le da una tercera connotación al nombre: un espacio de protección en el que se mantiene constante el rap para toda la fauna de San Cristóbal.

Poco a poco han ido llegando equipos e implementos, que son obsequios de los que frecuentan el lugar.

El primer elemento del hip hop que citan los integrantes de La Cueva como parte de su colectivo es el del emprendimiento callejero. Por fuera de La Cueva todos buscan mejorar su nivel y buscar entre el caos del Valle de Aburrá la forma de sobrevivir con el hip hop y sus derivados. A partir de esa base vienen los demás elementos. Obviamente están el MC y el freestyle: La Cueva es el lugar en San Cristóbal si se quiere liberar la mente y dejar que las rimas fluyan como olas del mar o la llovizna de la mañana. Sin que sea un elemento en sí mismo, destacan también que en La Cueva se hacen beatsBlack Rabbit es el beatmaker de cabecera del colectivo y mezcla sus conocimientos en las máquinas y en los instrumentos. Él resalta que también hay músicos que llegan a agregarle instrumentación directa a los beats de La Cueva, lo que considera un valor agregado y diferencial.

Sin duda hay grafiti en La Cueva. El camino desde la calle principal hasta el lugar está marcado por piezas y tags. Es más, una de las ideas que tienen para financiarse es vender latas de aerosol en La Cueva, así como ropa, lo que también se conecta con el emprendimiento callejero. Goro resalta que detrás de todo lo que hace La Cueva hay una columna vertebral de knowledge (conocimiento) estructurada a partir de incontables charlas sobre música y códigos. Es sabido que este es el proverbial quinto elemento del hip hop, uno abundante en La Cueva.

En los 90, San Cristóbal era un punto de paso hacia Medellín en la carretera al mar. Por eso llegaban productos desde el Tapón del Darién y del Pacífico. La música del Pacífico y delUrabá estaba presente en San Cristóbal, y esa herencia se mantiene. Luego de la nueva carretera que se inauguró hace unos años hacia el oriente antioqueño, San Cristóbal quedó conectado con fácil acceso hacia Santa Fe de Antioquia y San Jerónimo, por ejemplo. Entonces, aunque es un corregimiento algo alejado de Medellín, tiene buena movilidad y distintas influencias culturales y geográficas.

El ambiente de San Cristóbal oscila entre lo rural y lo urbano. Hay mucha vegetación pero también tiendas y todos los recursos de primera necesidad. Sus tradiciones se integran a este equilibrio: hay tanto arrieros como niños jugando fútbol. Las artesanías (tejidos, joyas) son un distintivo del corregimiento, así como la floricultura, representada en el Museo Vivo de las Flores.

Por las mañanas se escucha el bullicio barrial. Los perros ladran y las aves trinan. La tradición campesina de adelantarse a la salida del sol se mantiene, y en la plazoleta se puede ver a los campesinos madrugadores tomando tinto y conversando. Por la noche, el terreno pasa a ser para la juventud. Hay parches de break dance y mucho skate.

Aprendizajes, educación popular y fuerza colectiva

Los procesos mancomunados de creación son un pilar de La Cueva. Entre 2013 y 2015, los talleres preuniversitarios de ZooUnder, por ejemplo, fueron un puente generacional y conocimiento de acción directa y educación popular. Los resultados, además del acceso a la educación, fueron la amistad y la integración de la comunidad. En La Cueva el énfasis será más musical, pero Goro insiste en que la interacción con la comunidad seguirá siendo un paradigma que guíe la acción del colectivo.

Ya, desde La Cueva, este enfoque quizá cambia por el énfasis musical y de generación de contenido auditivo y con base al Hip Hop y el escenario actual en que se gesta su movimiento; pero es claro tener presente que la incidencia de un proceso en la comunidad de la que se hace parte es gratificante. Sobre la marcha, La Cueva habrá de identificar qué acciones conjuntas de este tipo se adaptan a sus nuevos intereses.

Los seis ciclos de cine (2013-2018) llevaron a muchos a adentrarse en el hip hop y vivir la cultura desde adentro. Beat StreetStyle WarsScratch8 MileThe WarriorsKIDS,Dangerous MindsFreedom Writers,Réquiem for a DreamLa HaineJuice,Finding ForresterLa OlaDo The Right Rhing, ClockersCrooklynRodrigo D No FuturoMalcolm XPantherWhole Train,BellyTrainspotting y Miles Ahead fueron algunas de las películas que vieron. Para Goro, estas películas fueron importantes porque permitieron abordar los fundamentos del hip hop, pero también acercarse, desde un sentido crítico, realidades urbanas contemporáneas.

Aunque todavía no es un estudio de grabación como tal, en La Cueva sí se pueden grabar maquetas para ir planeando los temas.

No hay tantos problemas para conseguir un muro para grafiti porque la comunidad, luego de ver el trabajo del colectivo, se ha sensibilizado con la importancia de este arte y de estos procesos. Así lo cuenta Goro: “Con el paso de los años y los talleres de grafiti, fuimos avalados por el Parque Biblioteca y también por los padres y familiares de los alumnos. Cuando eran pintadas legales y con permiso, la gente era más flexible: sabía quién realizaba estos eventos culturales y brindaba su apoyo, asistencia, palabras de aliento, aportes, permisos y respaldo en general a la labor continua del parche”.

La Cueva apunta a ser un estudio con vocación social, que permita a la comunidad desarrollar sus pulsiones artísticas. Para Goro, La Cueva tiene vocación social “porque prioriza abrir las puertas a las personas que sean parte de la comunidad en busca de un refugio de creación musical y cultural desde el hip hop y la música. Se acerca a jóvenes y niños de maneras creativas para compartir saberes de estas áreas”.

Dentro de los proyectos que tiene La Cueva también está aportar con talleres a la educación de niños y adolescentes. Más que un estudio de grabación y un colectivo musical, La Cueva busca ser un actor de incidencia en el territorio si la comunidad misma lo permite, acercando a la infancia y adolescencia al hip hop a través de talleres de escritura creativa y rima, graffiti y semilleros de canto. “Aportamos a las situaciones de educación popular y combatimos el tedio de la preadolescencia con opciones artísticas”, concluye Goro.